“Don Bosco preguntó: ‘¿Cómo podré cuidar de tantas ovejas, de tantos corderos? ¿Dónde encontraré pastos para mantenerlos?’. La Señora respondió: ‘No tengas miedo, yo te asistiré’, y luego desapareció. A partir de ese momento, sus deseos de estudiar para ser sacerdo-te se hicieron más ardientes, pero surgieron serias difi-cultades por las limitaciones de la familia y, también, por la oposición de su hermano Antonio, a quien le hubiera gustado que trabajara en el campo como él...”. Parecía imposible, pero la orden de Jesús había sido imperiosa y la asistencia de Nuestra Señora estaba ase-gurada. Don Lemoyne, el primer historiador de Don Bos-co, resume así el sueño: “Le parecía ver al Divino Salva-dor vestido de blanco, radiante, con una luz espléndida, en el acto de guiar a una multitud innumerable de jóvenes. Volviéndose hacia él, le dijo: ‘Ven aquí: ponte al frente de estos niños y guíalos tú mismo’”. “Juanito dijo: ‘Pero no soy capaz’. El Divino Salvador insistió hasta que Juan se puso a la cabeza de aquella multitud de muchachos y comenzó a guiarlos según el mandato que le había sido dado”. 8 | Boletín Salesiano