Cuándo fue la primera vez que la publicidad apareció como una forma de vida para usted? Uh, qué sé yo. Recuerdo ver un programa cuando estaba en la televisión, cuando tenía unos 10 u 11 años: era sobre los hermanos Saatchi, algo así como una mosca en la pared sobre los hermanos Saatchi (*). Recuerdo haber pensado “esto se ve interesante, ¿por qué en la escuela nunca vemos cosas así?”. Pero no supe muy bien qué hacer con esa información. ¿En qué año nació? En 1977. O sea que su recuerdo corresponde a la segunda mitad de la década del 80, una época todavía dorada para Saatchi & Saatchi, agencia que había sido fundada en 1970 y cuyo gran momento había comenzado con la campaña del titular Labour isn’t working que llevó a Margaret Thatcher al cargo de primera ministra del Reino Unido en 1979. Sí, yo era muy niño entonces. Poco después, cuando crecí un poco más, flasheé con Barthe Bogle Hegarty y sus trabajos para Levi’s. Eran tiempos en que mis amigos y yo pinchábamos en la pared anuncios como los de Levi’s y muchos otros. Y así fue cómo la publicidad fue instalándose en mi mente como una forma interesante de ganar dinero y de usar un poco de mi lado autista (risas). ¡Y de divertirme también! ¿Y encontró en esta profesión todo eso que soñaba? ¡Claro! Aunque no puedo dejar de nombrar la pandemia, que nos cambió mucho la mirada y hasta la forma de hacer las cosas... y de disfrutar. Hemos perdido un poco esa capacidad. Creo que ese fue uno de los mayores problemas de la pandemia, al menos para mí: pasé de formar parte de un departamento creativo lleno de gente que jugaba y probaba cosas, a un departamento creativo de gente que ¿