BIODIVERSIDAD Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2022 la pérdida de bosques nativos en todo el país fue de cerca de 7 millones de hectáreas, una superfi-cie similar a la de la provincia de Formosa. A esa realidad, se suma que en los últimos 4 años aumentaron los incendios forestales, y eso agrava las consecuencias del cambio climático, que van desde más inundaciones y desertifi-cación hasta extinción de especies, desalojos de comunidades campesinas e indígenas y la aparición de enfermedades. La tecnología como aliado A pesar de este panorama, que es bastante sombrío, existen em-prendimientos muy potentes para intentar torcer esta tendencia o, como mínimo, mitigar esos daños y apuntar a conservar lo que queda de bosques y a la vez regenerarlos. Uno de los más ambiciosos, que busca restaurar y conservar 45 millones de hectáreas, es el “Proyecto Selva Paranaense Vida Nativa”, que trabaja sobre más de 24.500 hectáreas de bosque Atlántico en Misiones. Se trata de un sitio profundamente afectado por la actividad hu-mana, pero con un potencial latente de restauración. Este en-clave forma parte de una fracción remanente de la Selva Para-naense, una de las 15 ecorregiones del Bosque Atlántico, dentro del corredor verde que conecta áreas protegidas vitales para la región, convirtiéndolo en un área clave para la preservación de la biodiversidad (KBA por sus siglas en inglés).