Ubicada a casi 20 km del centro de Santiago, en la co-muna de Puente Alto, Bajos de Mena tiene alrededor de 160 mil personas en ocho kilómetros cuadrados. Se le ha llamado “el gueto más grande de Chile”, por concentrar altos índices de vulnerabilidad, violencia, homogeneidad social y funcional, y porque muchas personas –mujeres en particular– viven sus vidas sin salir prácticamente nun-ca de su perímetro (Cociña, 2016). Estas características impulsaron a Fundación Don Bosco a elegir este lugar para desarrollar nuestro próxi-mo proyecto: “Patio Bajos de Mena” y habitar así un lugar y unas condiciones de vida que han sido permanente-mente golpeadas por una serie de fracasos de políticas públicas mal ejecutadas. Queremos mostrar la cercanía de Don Bosco, que si-gue eligiendo a la niñez y juventud en peligro para ofre-cerles un lugar seguro, abierto y con posibilidades de ju-gar, entretenerse, estudiar y, sobre todo, compartir con otros en un sano ambiente. Nuestro Patio en Bajos de Mena será construido en un terreno de cinco mil metros cuadrados que será traspa-sado por la Municipalidad de Puente Alto. Ya se está en la etapa de codiseño con la misma comunidad para que puedan verse reflejados en los distintos espacios que se construirán. También estamos trabajando con la Universidad Cató-lica Silva Henríquez en la creación de un Co-Laboratorio de vida para los Patios Don Bosco, que pretende instalar una infraestructura sostenible de apoyo al desarrollo de niños, niñas y jóvenes (NNJ) que incorpore el acompaña-miento integral dentro de las actividades de colaboración y así sistematizar y validar el “modelo de los patios” ante instituciones nacionales e internacionales. Paralelamente, Fundación Don Bosco firmó un conve-nio de cooperación con Fundación Colunga, Fundación Mustakis, Fundación Avina, Fundación Olivo, Fundación Fibra y Fundación Y.A. para ejecutar en Bajos de Mena el Programa de Fortalecimiento Comunitario “Territorio Común”, con el propósito de mejorar el bienestar de los territorios, fortaleciendo los vínculos, la colaboración, la confianza y las capacidades locales desde el protagonis-mo de sus organizaciones y agentes de cambio. De esta manera, queremos ser parte de la vida de un territorio históricamente maltratado, geográficamente le-jano y en donde Fundación Don Bosco tiene mucho que aportar, para que estas existencias excluidas puedan ex-perimentar la cercanía de una iglesia que los elige como lo haría el mismo Jesús, según el camino trazado por Don Bosco de acompañar a los niños y jóvenes más necesi-tados.