Francisco de Sales, Don Bosco y Artémides hacen de la vida co-tidiana una expresión del amor de Dios que se recibe y corresponde. Nuestros santos querían acercar la relación con Dios a la vida, y la vida a la relación con Dios. Esta es la propuesta de la “santidad de la puerta de al lado” o “clase media de la santidad” de la que el Papa Francisco nos habla con tanto afecto. La figura de Artémides Zatti es un estímulo e inspiración para volvernos signos y portadores del amor de Dios para los jóvenes y los pobres. Como he escrito en el Aguinaldo de este año: “También nosotros necesitamos desplegar el carisma de la visitación” como deseo del corazón de anunciar, sin esperar que sean ellos los que vengan a nosotros, yendo a espacios y lugares habitados por tantas personas para las cuales una palabra gentil, un encuentro, una mira-da llena de respeto puede abrir sus horizontes hacia una vida mejor. Artémides Zatti fue un hombre de la Visitación, llevando a Jesús en su corazón, reconociéndolo y sirviéndolo en sus hermanos enfermos y pobres, con gozo y generosidad. ¡San Artémides Zatti, intercede por nosotros! P. Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos Se trata de la curación milagrosa de un hombre afectado por «ictus isquémico cerebeloso derecho, complicado por lesión hemorrágica voluminosa». El evento tomado en consideración sucedió en Filipinas, en agosto de 2016. Una revisión neuroquirúrgica aconsejaba la necesidad de una intervención que no resultaba posible debido a la situación de pobreza de la familia. Entonces, decidieron llevar a casa a su familiar para que pudiera pasar en familia sus últimos días de vida. El moribundo recibió la unción de los enfermos y llamó a sus parientes para despedirse de ellos. En cambio, el 24 de agosto de 2016, contra toda esperanza, llamó a sus parientes diciéndoles que se sentía bien, que quería bañarse y comer. Había sido llevado a casa a morir y luego de pocos días había sanado. Gracias a la oración de su hermano, un salesiano coadjutor, que comenzó a rezar durante las vísperas del mismo día en que fue hospitalizado, pidiendo su curación mediante la intercesión del beato Artémides Zatti. No solo esto, este salesiano coadjutor invitó a los parientes a unirse para rezar, invocando intensamente al beato. EL MILAGRO DECISIVO