Los primeros años de la vida del ser humano constituyen la mejor expresión de la síntesis de la evolución de una espe-cie, al mismo tiempo que un océano de posibilidades como potencial a desarrollar. Desde esta mirada, te invito a re-flexionar sobre algunas ideas, relacionando este momento del ciclo de vida con el cuidado, la protección y la armoniza-ción con nuestra casa común, la naturaleza, la vida de Gaia, Yvy, Pachamama,¹ y otras muchas formas de denominar a la tierra. La forma como expresamos nuestros sentimientos y como transmitimos las ideas tiene que ver con la forma en que ge-neramos y nos apropiamos de los conocimientos. Desde las experiencias acumuladas, este modo tiene que ver con el SER mismo y con el hacer; sostener, celebrar y abrirle paso a la VIDA es la mayor expresión de alegría, esperanza y pro-yección de futuro que se puede generar. El conocimiento, los sentimientos, su transmisión y com-partir, es desde el respeto profundo a la diversidad, en for-ma horizontal y en espiral evolutiva. Sobre estas consideraciones, inicio este diálogo sentipen-sante² expresando una de las cinco ideas que prioricé, en cuanto al cómo podemos trabajar el cuidado de la casa co-mún desde los primeros años de vida.