RESTOS ¡Omakase! Hiroko, nuestra amiga y guía japonesa fue muy clara: “No puedes decir que has disfrutado de la comida japonesa moderna si no has pasado por Yui”. Así fue que un mediodía de primavera, en el que caía un poco de agua y muchos pétalos de los cerezos, fuimos a conocerlo. En el último piso de un edifi cio del pintoresco barrio de Guinza, rodeado por un entorno sutil y penumbroso casi tan misterioso como su chef, Hiroshi Yanagi —de pelo blanco, atuendo negro y altos zuecos de madera multicolor—, el sitio fue difícil de hallar. Hiroshi cocinaba en el mercado de pescado de Tsukiji y un cliente muy asiduo lo invitó a abrir Yui, en un edifi cio de su propiedad. El corazón de este templo de la tradición gastronómica nipona es una barra negra y cuadrada en la que entran solo 12 personas. Nuestra reserva era para el último turno, por lo que en la mesa quedó solamente nuestro grupo de ocho personas y una simpática señora japonesa que no paró de sonreírnos y sacarnos fotos como si fuéramos miembros de una troupe del Cirque du Soleil. Hiroshi consultó sobre posibles alergias y nos miró un largo rato. Luego nos enteramos de que nos estaba estudiando, ya que la dimensión de cada pieza de niguiri se calcula en función del tamaño de la boca de su comensal. Y, entonces, el omakase comenzó… Dentro de las sutiles particularidades de Japón, se encuentra el entregarse a la voluntad del chef, en una clara decisión de confi anza hacia quien ha visitado ese día el mercado y elegido los ingredientes más frescos y sabrosos. Hiroshi comenzó con sus niguiris, donde lució distintos tipos de salmón, atún rojo -incluso toro, la especial parte pegada al vientre-, erizo, vieiras, varios tipos de pescados blancos y hasta el infaltable tamago. Por suerte, ese día no había Fugu, el pez globo venenoso que se come en Japón —ya que Hiroshi es uno de los pocos chefs habilitados para cocinarlo—, pero no sé si me hubiera animado… Lo que sí probé, y podría animarme todo los días, fue la carne de vaca Kobe, que no sé si realmente la habrían criado entre masajes y música clásica como aseguran, pero cocinada sobre una piedra caliente fue uno de los manjares más inolvidables de ese viaje. Dicen en Japón que un verdadero chef siempre devuelve con creces la decisión de confi anza implícita en el omakase. Hiroshi demostró ser un verdadero y sublime chef japonés. ¡Arigatou gozaimashita! El catador de sabores DEI FIORI A TU CASA PEHUÉN Ahora podés comer las Una parrilla con una mejores pastas de Mar del decoración muy divertida. Plata en tu casa. Sí, ¡hasta las Los chorizos y el asado de tira tradicionales pastas rellenas siempre son increíbles. de Nino e incluso sus salsas! Dirección: No te pierdas la Amatriciana, Bernardo de Irigoyen 3666. que es espectacular… Dirección: Olavarría 2529. BLOG DE NOTAS EY! 78