Management industrial Un líder no nace por decreto. Nadie puede autoproclamarse como tal. Somos los demás los encargados de reconocerlo. Eso ocurre cuando estamos frente a alguien capaz de conectar, servir con humildad, acompañar y retirarse a tiempo para no obstruir el camino. Ayudar a una persona u organización a construir o sostener su liderazgo, implica estar atentos a su manera de gestionar las emociones, el modo en que se vincula con los demás, su vocación de servicio y su capacidad de resiliencia para afrontar situaciones adversas o inesperadas. Los andaluces utilizan una frase muy gráfica para referirse al don especial e intangible de los «bailaores» de flamenco: dicen que «tienen duende». La expresión podría hacerse extensiva a los artistas en general que, dejando el alma en el escenario, emocionan al público. Un coach o mentor con vocación es también ese líder-duende capaz de inspirar o conmover. El primer paso para lograrlo es el autoconocimiento, imprescindible para detectar nuestras fortalezas y debilidades, hacernos cargo de nuestros errores y aprender, siempre, de TODOS. Si, como dijo Federico García Lorca (1933) «todas las artes son capaces de duende» y «para buscar al duende no hay mapa», quizá la clave acerca de cómo formar líderes de servicio, sea “humanizar” nuestro rol profesional e intentar convertirnos en uno, lo que puede traducirse en: poner el corazón en lo que hacemos. Por Lic. Silvia Gabriela Vázquez Dir. Diplomatura en RS y Resiliencia UdeMM Conferencista y escritora ► - LinkedIn ►